23.6.09

Caminando a ciegas, Viajando despierta

Día tranquilo: poca acción mental y física. Aun así, las ganas terribles de llegar a casa para andar descalza, comer algo y relajarme en mi cuarto, hacen que camine-corra hacia el subte, el cual me queda a tres cuadras…no tengo nada que me apure, solo la costumbre de la vida acelerada q todos llevan, y yo no soy excepción.
Paso la tarjeta y de manera desesperada mis manos inspeccionan cada rincón del morral, que a causa de la velocidad de mis pies al bajar las escaleras, parece tomar vuelo. Mis dedos sondean la música, encuentran el mp4 y recién ahí, mis pulmones vuelven a llenarse de aire.
Para que apurar cuando puedo caminar, explorar el lugar o dejar que mi cara disfrute (aunque estemos en días bastante fríos) de esas brisas que surgen en lapsos espaciados, pero parecen nutrir mi piel
?
Por qué, haciendo esta critica, es que no cambio algo tan simple
?

Sin embargo, me tomo el tiempo de analizar los detalles de la cotidianeidad cuando me encuentro definitivamente dentro del subte. Miradas se cruzan y dialogan entre pestañeos diciendo que el cuerpo esta reventado, los oídos aturdidos y la cabeza quemada.
Si vivimos como maquinas, corriendo de un lado a otro porque sentimos que el tiempo jamás alcanzará para hacer todo lo debemos; y vemos cada parte de la vida como un tramite mas…estamos perdidos.
Podemos soportar la rutina y todas las molestias que ella acarrea. Esos gestos de intolerancia, impaciencia, agotamiento y aburrimiento, deben ser abandonados para poder focalizar nuestras mentes en lo que es verdaderamente importante, en aquello que nos motiva a seguir vivos.

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