Día tranquilo: poca acción mental y física. Aun así, las ganas terribles de llegar a casa para andar descalza, comer algo y relajarme en mi cuarto, hacen que camine-corra hacia el subte, el cual me queda a tres cuadras…no tengo nada que me apure, solo la costumbre de la vida acelerada q todos llevan, y yo no soy excepción.
Paso la tarjeta y de manera desesperada mis manos inspeccionan cada rincón del morral, que a causa de la velocidad de mis pies al bajar las escaleras, parece tomar vuelo. Mis dedos sondean la música, encuentran el mp4 y recién ahí, mis pulmones vuelven a llenarse de aire.
Para que apurar cuando puedo caminar, explorar el lugar o dejar que mi cara disfrute (aunque estemos en días bastante fríos) de esas brisas que surgen en lapsos espaciados, pero parecen nutrir mi piel?
Por qué, haciendo esta critica, es que no cambio algo tan simple?
Sin embargo, me tomo el tiempo de analizar los detalles de la cotidianeidad cuando me encuentro definitivamente dentro del subte. Miradas se cruzan y dialogan entre pestañeos diciendo que el cuerpo esta reventado, los oídos aturdidos y la cabeza quemada.
Si vivimos como maquinas, corriendo de un lado a otro porque sentimos que el tiempo jamás alcanzará para hacer todo lo debemos; y vemos cada parte de la vida como un tramite mas…estamos perdidos.
Podemos soportar la rutina y todas las molestias que ella acarrea. Esos gestos de intolerancia, impaciencia, agotamiento y aburrimiento, deben ser abandonados para poder focalizar nuestras mentes en lo que es verdaderamente importante, en aquello que nos motiva a seguir vivos.
The Best of The Lot Radio Vol 2 | 12-02-2020
Hace 5 años
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