15.9.09

Desarmadas

Las guitarras chillan. Esos dedos, presas de las manos poseídas, desarman los sonidos. Las guitarras se unen, chocan, se besan entre ellas, crean un trío con el bajo mientras gimen siguiendo el tiempo que los palillos generan al pegar, de manera enfurecida, contra los platillos.
Sus caras están enrojecidas, los dientes escurriendo sangre de los labios, y los torsos, atascados. Pero los hombros se mueven en círculos psicodélicos y las piernas se abren y permiten que su fuerte sed musical sea saciada.

Jardin

Se escucha el correr del agua y agudos cantos de pájaros. Se ven ramas y hojas balancearse. El sol me da calor, y las sombras estáticas de los bancos, frío. Me encuentro en el límite de las sensaciones. En el horizonte que separa la calida arena del mar helado. En la fina línea que divide el brillante pasto, del barro, y la que pone fin a ese verde natural que se enfrenta al cemento hirviendo.
Mimetizada bajo todos los colores en uno, a través de cada sonido y textura, respiro. Siento que soy parte de la pérgola. Las sogas ven todo, desde arriba y desde cada perspectiva, cercanas al celeste infinito, y rodeadas de aire, respiran.