10.6.09

Los de la Calle

Viaje de aproximadamente una hora para realizar la combinación de subte D y C, y llegar a Constitución. Caminé unas 6 cuadras y me topé con una edificación cubierta completamente de graffiti y vivos colores.
Toque el timbre al lado de la puerta de chapa violeta y me atendieron: una chica simpática y de rulos preguntó mi nombre e intención de visita al lugar. Le contesté, pero mis palabras no tuvieron sonido: los chicos recién desayunados corrían y gritaban entre los pasillos.
Subí las escaleras observando cada uno de mis pasos hasta que levanté la mirada y encontré jóvenes desesperados por recibir ropa limpia y nueva para ellos. Otro acababa de ducharse, con gran sonrisa y pelo húmedo pidió crema de enjuague para ‘ponerse fachero’, mientras acomodaba el cuello de su camina en señal de orgullo por su apariencia exterior.
Las paredes despintadas y pisos en mal estado no parecían ser considerados por los habitantes del lugar. Sus caras irradiaban asombro, relajación y un sentimiento de pertenecer a algo que hace que sus vidas tomen un poco de color.
Se abre una puerta. Aparece Gutiérrez, con vestimenta y modo informal dejando que su voz pacifica escapara de su barba y bigote exuberantes. Nos saludamos y recorremos la mas angosta escalera que vi hasta el día de hoy. Llegamos a su ‘oficina’: un espacio de 2x2, con 5 sillas de madrea, estantes con cajas, un tacho diminuto y una mesa casi inexistente soportando sólo una carpeta con pocos folios, una lapicera y un cenicero con un porro consumido a medio camino.
Nos sentamos y comenzó la charla. Gutiérrez explicó que la tarea que se realiza en el establecimiento demanda un importantísimo compromiso, gran exigencia y por sobre todo, “te absorbe mucho la cabeza”. “Tenemos una constancia en supervivencia, lucha y trabajo” dijo con mucha entereza. Hace doce años que está aquí y cinco como vicedirector. 28 personas son las que aportan su formación, capacitación, experiencia e intachable vocación; obteniendo salarios bajos, trabajando a su vez en otras esferas, recibiendo agresiones verbales y/o físicas pero también, abrazos, deseos, confidencias y sonrisas.




Gutiérrez es el vice-director de CAINA (Centro Integral de la Niñez y Adolescencia), que asiste a chicos de la calle que traen consigo vivencias horrorosas como violaciones, abusos de la policía, poca contención familiar, adicciones, intervenciones, frío y hambre.

CAINA les da:
Desayuno, almuerzo y merienda; ropa y duchas
Talleres y actividades recreativas que despejan las situaciones de vulnerabilidad que viven, devolviéndoles parte de su infancia perdida
Ayuda psicológica y jurídica
Contención, dedicación y afecto

Aquellos chicos que la sociedad margina, son los que buscan una salida a la vida. Voluntariamente ingresan al CAINA, y con gran esfuerzo dejan los temores que acarrean para abrirse hacia personas con un enorme deseo de aportar todo de si, por ellos. Por los Chicos de la Calle.


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