15.9.09

Desarmadas

Las guitarras chillan. Esos dedos, presas de las manos poseídas, desarman los sonidos. Las guitarras se unen, chocan, se besan entre ellas, crean un trío con el bajo mientras gimen siguiendo el tiempo que los palillos generan al pegar, de manera enfurecida, contra los platillos.
Sus caras están enrojecidas, los dientes escurriendo sangre de los labios, y los torsos, atascados. Pero los hombros se mueven en círculos psicodélicos y las piernas se abren y permiten que su fuerte sed musical sea saciada.

Jardin

Se escucha el correr del agua y agudos cantos de pájaros. Se ven ramas y hojas balancearse. El sol me da calor, y las sombras estáticas de los bancos, frío. Me encuentro en el límite de las sensaciones. En el horizonte que separa la calida arena del mar helado. En la fina línea que divide el brillante pasto, del barro, y la que pone fin a ese verde natural que se enfrenta al cemento hirviendo.
Mimetizada bajo todos los colores en uno, a través de cada sonido y textura, respiro. Siento que soy parte de la pérgola. Las sogas ven todo, desde arriba y desde cada perspectiva, cercanas al celeste infinito, y rodeadas de aire, respiran.

2.9.09

{...}

Cuando canto el mundo desaparece. Siento que mi cuerpo no existe, escucho como las paredes son demolidas y lo que roza mi voz es el viento: a veces poderoso y arrasador, también sereno, pacifico, puro, y quizás hasta inexistente.
Me olvido de quien soy, de cómo es mi cuerpo, de la posición de mis manos, de las expresiones en mi cara, de las personas encontradas frente a mí, de aquellas que me escuchan a lo lejos, y de las que me putean.
Pero no soy egoísta, sino que vivo para vivir. El canto es una las pocas cosas (será que no quiero aceptar el hecho de que realmente es la única) en la que me siento segura. Me apasiona y envuelve por completo. Nose si me subestimo o sobrestimo, si mi profesor es conciente de que analizo cada una de sus palabras cuando dice “podes dar mas”, “relájate”, “te salio bien”, o “no te estas esforzando”.
De todas maneras creo en el canto, en las letras de las canciones, en las melodías talentosas y no comerciales, en el trabajo por el goce aunque lucrativo, en la sensación que nace, brota y se apodera de mí. En el dulce dolor de creer que soy incapaz de mejorar. Eso me desespera y motiva a seguir. Por suerte la perfección no existe. Por suerte el cantar me brinda eso.

Escribir para no ser leido

Reviví un pensamiento: escribir sin ataduras. No pensar en que opinarán aquellos que lean el relato, ni pensar en si habrá alguien que lo lea, en si existe acaso el lector. Escribir de manera libre, sincera, sin vueltas, y si la mas minima idea y deseo de saber como el mismo relato será.